lunes, 23 de mayo de 2011

Autoestima, el pilar de la vida consciente.

   “La noche anterior a ingresar en la escuela primaria, estaba aterrorizado. Creía que si no me iba bien en el colegio, perdería el amor y el respeto de mis padres. Sin darme cuenta, había empezado a sollozar. Al oírme desde su dormitorio, mis padres acudieron a ver qué pasaba. Les conté. Su respuesta fue cálida: “No te preocupes”, me dijeron, “sabemos que te irá muy bien en el colegio”. Tal vez para ellos esas palabras eran tranquilizantes, pero a mí me defraudaron profundamente. Lo que yo quería escuchar era algo así como “No te preocupes, te vaya como te vaya, nuestro amor no está en juego. Te queremos por lo que eres, más allá de tus notas en la escuela”. Pero no fue eso lo que me dijeron. Todo lo contrario. Su sugerencia era que me tranquilizara porque yo iba a ser un buen alumno, y no porque me querrían aunque no lo fuera. Lo que aprendí esa noche es que para ser apreciado debía tener éxito. Y lo tuve: en la escuela, en la universidad y en el trabajo. Aún hoy lo sigo teniendo. Pero creo que en algún lugar de mi corazón, todavía ansío que alguien me diga que su aprecio por mí no depende de mi éxito.” 
            Esta es una historia anónima, aunque real,  de una persona  de empresa considerada actualmente  exitosa, que una vez contó mi Trainer Fred Kofman (publicada en su libro “Metamanagement”) . 
          ¿Se siente identificado? Yo sí, y podría ponerle mi propia firma y este título: Autoestima...¡el pilar fundamental de la vida consciente!
         Muchos psicólogos  han estudiado en profundidad este tema,  que seguirá dando mucho que hablar todavía, en la medida que hay un mayor reconocimiento que el accionar efectivo, y por lo tanto el éxito personal tiene que ver, básicamente, con la coherencia que manifestamos entre el Lenguaje (pensar), la emoción (sentir)  y el cuerpo (hacer) y la clase de Observador que somos a partir de esa coherencia. Y que esa clase de observador que somos, incluye no sólo la forma en que interpretamos el mundo, sino también la forma en que interpretamos que somos observados...¡y no es un juego de palabras!. 
       En efecto, todos los autores reconocen que hay algo propio y algo ajeno en la construcción de la autoestima, por demás variable a lo largo de la vida, sujeta a altibajos instantáneos  y a desarrollos de largo plazo.
      Por un lado es una construcción personal, interna, que nos define y nos determina, pero por otro se alimenta de lo que ocurre ahí afuera con nosotros y nuestro accionar, del cual recogemos las consecuencias y las opiniones de los demás. Vendría a ser, en palabras de Nathaniel Branden, “la manifestación de una conciencia que aprende a confiar en sí misma”...” la experiencia de ser competente para afrontar los desafíos básicos de la vida y ser digno de felicidad”.
      Y la confianza de serlo, se basaría en ser conscientes de “nuestra habilidad para pensar, sentir , decidir, actuar, evaluar y aprender respondiendo en forma efectiva a las situaciones en las que nos encontramos”.
      Conciencia y autoestima conformarían, según este autor, un círculo virtuoso, ya que la confianza haría que nos esforcemos por usar nuestra conciencia como guía para vivir. Y según el mismo Branden,  habría tres niveles de construcción:
Producto o resultado, definido por los logros alcanzados. En este nivel, nos preocupamos por acumular bienes,  lo que  adornará nuestra autoimagen, y nos esforzamos por conseguir y preservar aquello a lo que  aspiramos (somos lo que tenemos), viéndonos obligados a perseguir  eternamente el triunfo...¡algo muy esquivo!
Proceso, en cuyo caso la base de la autoestima no es el éxito, sino una serie de conductas virtuosas: “La raíz de la autoestima no son los logros en sí mismos, sino aquellas prácticas internas que hacen posibles los logros”., en cuyo caso,  independientemente de los logros externos,  la autoestima estará fuertemente anclada en nuestro mundo interior, y no dependerá de ellos nuestra auto apreciación. En este nivel valemos por nuestras virtudes y talentos, por nuestros comportamientos,  más que por los logros alcanzados (somos lo que hacemos) . Una base más sólida...¡ pero no del todo manejable!
      Sin embargo, las virtudes y la conciencia se desarrollan a partir de una seguridad que va más allá del éxito y del fracaso, una seguridad que va aún más allá del comportamiento. Ellas son expresiones de algo aún más profundo, que no depende de lo que ocurra a nivel de producto o de proceso, y que vendría a ser nuestra.
Esencia , porque  en ese nivel no podemos ser mejores o peores, no podemos tener éxito o fracaso...¡sólo  “somos o no somos”! Y desde el Ser Humano que somos ,  tenemos un solo camino por delante, el del conocimiento, única fuente firme y profunda autoestima, que determinará nuestro comportamiento y por ende nuestros logros Porque en este nivel, definitivamente ...¡somos quiénes somos!
      ¿Cómo mejorar entonces  nuestra a veces endeble o dañada autoestima?
Sencillo aunque no fácil... investigando nuestra identidad, quienes “somos” y quienes “creemos ser”, conectándonos con nuestros más profundos valores...¡¡y trabajando desde  adentro para achicar al distancia!!

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