Esta es una historia anónima, aunque real, de una persona de empresa considerada actualmente exitosa, que una vez contó mi Trainer Fred Kofman (publicada en su libro “Metamanagement”) .
¿Se siente identificado? Yo sí, y podría ponerle mi propia firma y este título: Autoestima...¡el pilar fundamental de la vida consciente!
Muchos psicólogos han estudiado en profundidad este tema, que seguirá dando mucho que hablar todavía, en la medida que hay un mayor reconocimiento que el accionar efectivo, y por lo tanto el éxito personal tiene que ver, básicamente, con la coherencia que manifestamos entre el Lenguaje (pensar), la emoción (sentir) y el cuerpo (hacer) y la clase de Observador que somos a partir de esa coherencia. Y que esa clase de observador que somos, incluye no sólo la forma en que interpretamos el mundo, sino también la forma en que interpretamos que somos observados...¡y no es un juego de palabras!.
En efecto, todos los autores reconocen que hay algo propio y algo ajeno en la construcción de la autoestima, por demás variable a lo largo de la vida, sujeta a altibajos instantáneos y a desarrollos de largo plazo.
Por un lado es una construcción personal, interna, que nos define y nos determina, pero por otro se alimenta de lo que ocurre ahí afuera con nosotros y nuestro accionar, del cual recogemos las consecuencias y las opiniones de los demás. Vendría a ser, en palabras de Nathaniel Branden, “la manifestación de una conciencia que aprende a confiar en sí misma”...” la experiencia de ser competente para afrontar los desafíos básicos de la vida y ser digno de felicidad”.
Y la confianza de serlo, se basaría en ser conscientes de “nuestra habilidad para pensar, sentir , decidir, actuar, evaluar y aprender respondiendo en forma efectiva a las situaciones en las que nos encontramos”.
Conciencia y autoestima conformarían, según este autor, un círculo virtuoso, ya que la confianza haría que nos esforcemos por usar nuestra conciencia como guía para vivir. Y según el mismo Branden, habría tres niveles de construcción:
Producto o resultado, definido por los logros alcanzados. En este nivel, nos preocupamos por acumular bienes, lo que adornará nuestra autoimagen, y nos esforzamos por conseguir y preservar aquello a lo que aspiramos (somos lo que tenemos), viéndonos obligados a perseguir eternamente el triunfo...¡algo muy esquivo!
Proceso, en cuyo caso la base de la autoestima no es el éxito, sino una serie de conductas virtuosas: “La raíz de la autoestima no son los logros en sí mismos, sino aquellas prácticas internas que hacen posibles los logros”., en cuyo caso, independientemente de los logros externos, la autoestima estará fuertemente anclada en nuestro mundo interior, y no dependerá de ellos nuestra auto apreciación. En este nivel valemos por nuestras virtudes y talentos, por nuestros comportamientos, más que por los logros alcanzados (somos lo que hacemos) . Una base más sólida...¡ pero no del todo manejable!
Sin embargo, las virtudes y la conciencia se desarrollan a partir de una seguridad que va más allá del éxito y del fracaso, una seguridad que va aún más allá del comportamiento. Ellas son expresiones de algo aún más profundo, que no depende de lo que ocurra a nivel de producto o de proceso, y que vendría a ser nuestra.
Esencia , porque en ese nivel no podemos ser mejores o peores, no podemos tener éxito o fracaso...¡sólo “somos o no somos”! Y desde el Ser Humano que somos , tenemos un solo camino por delante, el del conocimiento, única fuente firme y profunda autoestima, que determinará nuestro comportamiento y por ende nuestros logros Porque en este nivel, definitivamente ...¡somos quiénes somos!
¿Cómo mejorar entonces nuestra a veces endeble o dañada autoestima?
Sencillo aunque no fácil... investigando nuestra identidad, quienes “somos” y quienes “creemos ser”, conectándonos con nuestros más profundos valores...¡¡y trabajando desde adentro para achicar al distancia!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario