martes, 3 de mayo de 2011

El gran ausente

Podemos decir sin temor a equivocarnos que, producto de las nuevas tecnologías y la globalización, estamos viviendo en la "Era de la Información". ¿Pero podemos -con la misma certeza- afirmar que esta "Era de la Información", es también una Era de Comunicación?

Antes de responder esta pregunta, deberíamos repasar brevemente los elementos que intervienen en un proceso de comunicación: básicamente, un emisor, un receptor, un mensaje y un medio. Al considerar estos elementos, vemos que la amplia disponibilidad de tecnologías, la apertura de nuevos espacios de expresión en la sociedad y la mezcla cultural producto de la globalización contribuyen con la expansión de los medios, los mensajes y los emisores. Sin embargo, la multiplicación de estos elementos de la comunicación, va de la mano del olvido del rol del receptor, a quien podríamos considerar "el gran ausente" en esta Era de la Información.

El receptor es demasiado importante en un proceso de comunicación, como para olvidarlo. Al contrario de lo que suele creerse, no se trata de un rol pasivo, dependiente y subordinado al del emisor, sino de uno muy activo que condiciona todos los otros elementos del proceso de comunicación: el emisor, el mensaje y el medio. El receptor no "recibe" simplemente aquello que escucha o lee, sino que -con esa información- decide y actúa de determinada manera, generando con su acción un nuevo circuito de comunicación.

Es tan fundamental el rol del receptor, que su ausencia es la responsable de la mayoría de los problemas de comunicación que enfrentamos: dificultades para entendernos con otras personas, para resolver conflictos interpersonales, para cumplir objetivos grupales y para obtener resultados que satisfagan a varias personas. A juzgar por estos problemas, difícilmente podamos afirmar que estamos en una Era de Comunicación. En todo caso, estamos viviendo una era de "comunicación narcisista", en la que muchos hablan y pocos escuchan.

Al aumentar la cantidad de emisores, mensajes y medios, hemos propagado las fuentes de información, olvidándonos de proteger las fuentes de atención. El economista Herbert Simon decía que "la riqueza de información crea pobreza de atención, porque la primera consume a la segunda." Hoy -precisamente- sucede esto: se dice más y se escucha menos.

Todos los niveles de la sociedad experimentan un "déficit de atención": las organizaciones sienten que sus empleados no les prestan atención y los empleados sienten lo mismo de ellas; las empresas se desviven por captar la atención de los consumidores y éstos no saben hacia dónde orientar su atención; los hijos reclaman más atención de los padres y los padres de los hijos; los maestros se quejan de que los alumnos no prestan atención en clase y los alumnos confiesan que aquello que la escuela les enseña "no les llama la atención". La escasez de atención que resulta de la desestimación del rol del receptor, es un obstáculo para relacionarnos con los demás en forma efectiva.

Para contrarrestar este déficit y captar la atención de los demás, producimos más información, difundimos más mensajes, utilizamos más medios y convocamos a más emisores, sin darnos cuenta que -en realidad- estamos generando más "ruido" y lo único que logramos es que el receptor se repliegue aún más.

Muchos piensan que este problema podría resolverse aumentando el "ancho de banda" y permitiendo un mayor acceso a la información, a través de nuevas tecnologías. Pero no se trata de un problema tecnológico, sino humano. En todo caso, habría que aumentar el "ancho de banda humano".

El factor limitante de la productividad -de las personas, de los recursos y de la información misma- es la capacidad de atención: no podemos aprender, decidir, ni actuar a partir de los mensajes que recibimos, si no les dedicamos atención... si no escuchamos. La atención humana es requisito para que la información tenga sentido y podamos transformarla en algo útil. Por lo tanto, no necesitamos más velocidad, más acceso, ni más capacidad de almacenamiento... sino más "aire" para recibir, interpretar, procesar y re-utilizar tanta información.

Según el filósofo indio Jiddu Krishnamurti, el principal problema que enfrenta la humanidad es querer ocuparlo todo sin dejar espacio para el aprendizaje, para la reflexión... para la atención. Para resolver este problema, necesitamos recuperar al gran ausente del proceso comunicativo: el receptor. Recién entonces... habremos conquistado la Era de la Comunicación!
"No necesitamos ver más lejos,
sino vernos más cerca.
"
- Jaime Barylko -

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