viernes, 13 de mayo de 2011

Navaja de Ockham.

La navaja de Ockham, principio de economía o principio de parsimonia, es un principio filosófico atribuido a Guillermo de Ockham (1280-1349), según el cual cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja.

Por ejemplo, si un árbol achicharrado está caído en tierra, podría ser debido a la caída de un rayo o debido a un programa secreto de armas del gobierno. En el caso del árbol, la explicación más simple y por tanto la más probable sería la caída del rayo.

En ciencia, la navaja de Ockham se utiliza como una regla general para guiar a los científicos en el desarrollo de modelos teóricos, más que como un árbitro entre los modelos publicados. En el método científico, la navaja de Ockham no se considera un principio irrefutable de la lógica, y ciertamente no es un resultado científico. "La explicación más simple y suficiente es la más probable, mas no necesariamente la verdadera", según el principio de Ockham. En ciertas ocasiones, la opción compleja puede ser la correcta. Su sentido es que a igualdad de condiciones, sean preferidas las teorías más simples. Otra cuestión diferente serán las evidencias que apoyen la teoría. Así pues, de acuerdo con este principio, una teoría más simple pero menos correcta no debería ser preferida a una teoría más compleja pero más correcta.

Qué ha de tenerse en cuenta para medir la simplicidad, sin embargo, es una cuestión ambigua.

Quizás la propuesta más conocida sea la que sugirió el mismo Ockham: cuando dos teorías tienen las mismas consecuencias, debe preferirse la teoría que postule la menor cantidad de tipos de entidades. Otra manera de medir la simplicidad, sin embargo, podría ser por el número de axiomas de la teoría.

La teoría de la navaja de Ockham se aplica a casos prácticos y específicos, englobándose dentro de los principios fundamentales de la filosofía de la escuela nominalista que opera sobre conceptos individualizados y casos empíricos.

En su forma más simple, el principio de Ockham indica que las explicaciones nunca deben multiplicar las causas sin necesidad.

Cuando dos o más explicaciones se ofrecen para un fenómeno, la explicación completa más simple es preferible; es decir, no deben multiplicarse las entidades sin necesidad.

Ejemplo:

Alguien se encuentra un billete en el bolsillo. Examinamos 4 posibles explicaciones:

El billete se lo introdujo un amigo.
El billete se lo introdujo un amigo para darle una sorpresa.
El billete se lo introdujo un amigo para darle una sorpresa en agradecimiento por invitarle al cine.
El billete se lo introdujo un amigo para darle una sorpresa en agradecimiento por invitarle al cine el día anterior.

Se presume la primera opción como válida (mientras no se demuestre que no lo es) porque explica en su totalidad el suceso eliminando variables que reduzcan la probabilidad de que ésta sea cierta.

Aunque hay que notar que existen otras explicaciones no consideradas que podrían llegar a ser la opción verdadera, por ejemplo, que el billete lo haya introducido él mismo y lo hubiese olvidado.

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